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"La última tarde" de Joel Calero

Publicado: 2017-05-02

El punto de partida de La últimatarde es la técnica de los recorridos naturales por los que apostó Linklater ensu hermosa trilogía Antes del amanecer / Antes del atardecer / Antes de lamedianoche

Calero no es el primer peruanoque bebe de la fuente linklateriana, también lo hicieron en su momento JesúsÁlvarez Betancourt con Quizás mañana y, con una puesta en escena radicalmenteatípica, Eduardo Quispe con su película titulada 5.

Pero si algo engloba a estaspelículas es la idea de registrar el tránsito de personajes que están de paso,cuyo recorrido confirma que no se asentarán por mucho tiempo, en otraspalabras, que sus identidades no son fijas. En el caso de Quizás mañana, películade ejecución irregular, presenciamos el encuentro casual de dos desconocidosque vagan por las calles de Magdalena; en 5 presenciamos a una pareja de noviosque juega con una cámara en el malecón de Miraflores, nos vamos adentrando ensu intimidad juvenil y, aparentemente, pasajera.

El caso de La última tarde noslleva a un nivel más allá, ya no es el contacto primerizo y azaroso de Quizás mañana,ni tampoco la disposición errante y quebradiza de los novios de 5; Calero apuestapor el re-encuentro de Laura (Katherine Donofrio) y Ramón (Lucho Cáceres), dosex terroristas de Sendero Luminoso que se juntar luego de más de dos décadas paraconcretar su divorcio, un mero trámite burocrático.

La primera movida del guion esbuena, por un contratiempo con el juez, Laura y Ramón deben esperar 4 horas,tiempo en el que caminarán por Barranco, en calles cerradas y con poca gente.Los acompañamos en largos planos secuencias que cubren limpiamente esosdiálogos en los que ambos se actualizan y se ponen al corriente. Esa coberturafluida y naturalista es de lo mejor que desarrolla Calero, el desenvolvimientode Laura es ameno y elocuente, mientras que Ramón aporta con parquedad e ironía,sin desprenderse de su distanciamiento brusco.

Es verdad, están lejísimos delcarisma y química de Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke) en Antes delatardecer –aún teniendo en cuenta que se trata de películas con temáticas muydistintas- pero logran funcionar de forma más modesta dentro de los largosrecorridos que dan a pie por Barranco. Encuentran baches cuando desarrollanconversaciones con trasfondo político, en esos diálogos se siente la didácticay la intención cerebral por demostrar un punto que nos explicite la identidaddel personaje: él sigue teniendo convicciones radicales, por llamarlo de algúnmodo, y ella ha moderado su discurso.

Hay un momento que resultaimportante, podemos ver que dentro del taxi Laura devela un momento íntimo:cómo tuvo que lidiar con la enfermedad que atravesó su madre. El encuadre semantiene persistente y espera que aparezca la tristeza, la cual se manifiesta,Laura solloza y contiene las lágrimas, ya que la propuesta no exige otra cosa;sin embargo, la situación corta con la emotividad muy fácilmente y nuevamenteaparecen las diferencias políticas que reiteran lo que ya había quedado claro minutosatrás: la ideología los dividió y los sigue manteniendo divididos. Esta escenasirve como ejemplo de lo que es La última tarde, una narración biendesarrollada que encuentra sus límites en el plano de lo discursivo.

El final no me resulta creíble,se siente forzado, como si ocurriera solo porque está escrito. La apuesta inicialpor desdramatizar el conflicto y registrar lo cotidiano se desequilibra por elexceso de violencia y las confrontaciones subidas de tono. Esto no le quita losméritos anteriores al filme de Calero, pero sí ejemplifican el riesgo de juntarde forma abrupta dos códigos narrativos, dos formas de contar historias, que seatropellan mutuamente.

Si bien podemos ver a La últimatarde como un film sobre los efectos del Conflicto Armado Interno, quizás seamejor recibirla como la reunión de dos personajes que se han vuelto dosextraños entre sí con el pasar del tiempo, una premisa que sigue siendopolítica, pero de manera más sutil y humana. 


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