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"WIK " de Rodrigo Moreno

Crítica

Publicado: 2017-04-24

WIK encuentra su terreno en los aspectos coloquiales, su intención es la de no venir a imponerse, no quiere entrar por la puerta grande anunciándose con pomposidad. Prefiere una carta de presentación más discreta. 

Lo que mueve a los personajes en WIK son dos cosas: las ganas de hacer un viaje a la playa y editar un video porno por encargo para hacer dinero. Dos metas que parecen no desear lo suficiente como para manifestar emoción alguna. La atmósfera del film está impregnada de esa monotonía que tenían como norte propuesto películas como 25 watts (Stoll y Rebela) o Clerks (Kevin Smith); sin embargo, WIK no desarrolla tanto las conversaciones hilarantes o el parloteo incesante de los personajes de Kevin Smith, quien aporta además incorrección política a la fórmula (recordemos al brillante Randall en Clerks); lo que plantea es explorar más la parquedad y los recorridos urbanos, ve a Lima como una ciudad desanimada, donde no hay intensidad. En ese escenario los personajes tratan de conseguir sus objetivos, con desgano. Luego se hace evidente, en la última escena, que el aburrimiento no es algo exclusivo de la urbe, parece estar adherido a la gente.

En ese sentido, los diálogos (escritos por Moreno y por Illary Alencastre, quien también hace la dirección de arte) están pensados para ser imprecisos, inexactos, procuran atenerse al código de lo juvenil, el de la chacota y el hueveo. Todo dentro de cierta dilatación narrativa que en algunas escenas, hay que decirlo, sí funciona.

WIK apuesta más por su atractivo visual. Compone sus encuadres con detenimiento y aborda las situaciones cotidianas sin necesidad de sobresaltos, tal como hicieran en sus primeras películas los hermanos Safdie (We’re going to the zoo, The pleasure of being robbed, Go get some Rosemary); quienes representan la variante más guerrillera del cine mumblecore: filmes de bajísimos presupuestos, de situaciones que bordean simultáneamente lo realista y lo inverosímil, que buscan retratar una monotonía cosmopolita, siempre en clave indie. Quizás la diferencia sea el manejo que los Safdie tenían de la cámara en mano, ya que Moreno opta por observar con mucha más quietud.  

WIK merece atención porque es anómala dentro del cine peruano, con sus defectos y virtudes está a la búsqueda de ofrecer una lectura generacional de la realidad, clama por frescura y desde aquí insistimos en el paralelo con Benny y Joshua Safdie; al ir contando con sus propias reglas las historias que querían narrar, estos dos cineastas fueron ganando más y más solvencia narrativa con el tiempo. Habrá que seguirle la pista a Rodrigo Moreno para ver el resultado. 


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