Tuve la suerte de ver el sábado en esta cuarta edición de Transcinema dos películas seguidas que inevitablemente dialogan y, sobre todo, contrastan en la óptica con la que observan a la figura del actor: Actor Martínez de Nathan Silver y Mike Ott y El nudo de la corbata de Mauricio Godoy.

En la primera se propone un juego de metalenguaje, dos personajes, que son directores de cine ( y que, además, son los directores de la película que estamos viendo) le proponen a un actor hacer una película basándose en su propia vida. El relato, suerte de jugarreta y de experimento intelectualoide, se ciñe a ciertos dogmas del cine independiente norteamericano: cámara en mano intuitiva,  planos de larga duración que observan el movimiento (o la falta del mismo), conversaciones masticadas, lenguaje coloquial y, por supuesto, realismo actoral.

Vemos al protagonista (Arthur Martínez), el arquetipo del fracasado estadounidense, aquel sujeto que no logra, ni logrará, disfrutar del sueño americano. Además de no ser bien parecido, tampoco parece destacarse mucho como actor (dentro de la ficción, claro está), se trata de un perdedor más que intenta ser importante en un medio para el que no presenta valor alguno. Dentro de toda esa nebulosa ácida ve la oportunidad de encontrar algo diferente con la película, tal vez una oportunidad para recibir atención.  

Martínez necesita eso, ser visto, pero manifiesta sus carencias conteniéndose, guardando y cargándose de emoción. Su desesperación es introspectiva. 

Y aquí viene el contraste.

La película de Godoy tiene otras predilecciones. Su protagonista es un actor también, y notamos sus ganas de ser retratado en el film, realmente el personaje anhela mostrarse y parece disfrutarlo en cada situación. Dice estar enfermo y no saber de qué. Luego castea a tres actrices para un supuesto papel de un guion que no llegamos a ver filmado. El casting es un momento para ver si alguna de estas mujeres puede atenderlo, a nivel actoral y a nivel humano. Está buscando quien lo cuide, pero a diferencia de la búsqueda de Silver y Ott le proponen a Martínez, Godoy le plantea a su protagonista explorar con grandilocuencia y exacerbación de la figura propia los bordes de su identidad. Y el lenguaje lo apoya, la cámara se agita, la sobreexposición de la luz es intensa, los formatos de proyección se alteran y las imágenes se superponen entre ellas. También se especula sobre la naturaleza de la actuación: qué implica cumplir un rol. El personaje dice "no es lo mismo ser Hamlet, que ser el Árbol #3"

Actor Martínez es sobria, se contiene; mientras El Nudo de la Corbata desborda, grita. Se trata de dos propuestas muy estimulantes.