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“La Mirada del Silencio” de Joshua Oppenheimer

Crítica de la secuela de "The Act of Killing"

Publicado: 2016-06-13

Nota: Esta película será proyectada dentro del Cine Foro de la PUCP «Ética y Cine. Lo que el Cine sabe de Filosofía» este miércoles 15 de junio a las 6:00 pm en el Auditorio de Humanidades.

En el 2014, con The Act of Killing, Joshua Oppenheimer re-definió dentro de la clave documental la forma del terror cinematográfico; el director británico nos sumergió en la escalofriante actualidad de los Comandos de la Muerte de la dictadura Suharto, quienes en la década del sesenta ejecutaron a cientos de miles de personas acusadas de ser presuntos comunistas, como parte de una purga en todo la región Indonesia.   

En menos de dos años El Nuevo Orden estructuró una de las mayores masacres del siglo XX contra su población. La película de Oppenheimer buscó a los sicarios, ahora héroes nacionales con alto prestigio social, e indagó en sus intenciones, en sus espacios, en los recuerdos que tenían de aquella época dorada en la que “salvaron” a su nación de la amenaza del comunismo. Los victimarios no solo hablaban en esta primera entrega, sino que estaban habilitados para representar los cruentos crímenes de los que se vanagloriaban.

En esta segunda parte, titulada The Look of Silence (La Mirada del Silencio), el director nos sitúa en la piel de aquellos que sufrieron la masacre. El relato se construye sobre Adi, un optometrista cuyo hermano (Ramli) fue asesinado en 1968 dentro del genocidio anticomunista. Adi recorre las zonas cercanas a su lugar de origen para conversar con los sicarios de la dictadura, quienes continuaron sus vidas en medio de la tranquilidad rural.

En cada una de las paradas que el protagonista se plantea se pone de manifiesto la ausencia de un agente moral, la responsabilidad es un fantasma y la realidad de la nación se construye en base al olvido. La masacre solo conoce la espalda de sus creadores. “Usted hace preguntas muy profundas, más profundas que las que hacía Joshua [Oppenheimer]”, dice con desesperada incomodidad uno de los entrevistados. Y es que estos “héroes” ya no desean pensar, lograron enterrar el pasado con éxito, no solo en su propio imaginario, sino en el de muchas de sus víctimas, como el padre de Adi, que a duras penas comprende lo que acontece ante sus ojos, no parece casual que su hijo sea optometrista.

Todo parece estar perdido, ni siquiera un experto puede hacer algo por mejorar la vista de su propio padre. Sin embargo, se propone la tarea de intentar aclarar los hechos, de ofrecer una mirada y una reflexión que resultan incómodas para todos los que sí han podido (y han querido) olvidar. Esto se aprecia perfectamente en una de las últimas escenas, cuando Oppenheimer registra el encuentro de Adi con la familia de uno de los dirigentes responsables del asesinato de su hermano Ramli. El diálogo no prospera y la paciencia de los entrevistados se agota; de pronto, la madre de la familia dice “Adi, te pedimos perdón”, una frase de real comprensión perdida en medio de la indiferencia colectiva. Acto seguido, los hijos piden que se retire el equipo de filmación.

En paralelo a las entrevistas, nuestro protagonista contempla un televisor con algunas de las re-escenificaciones que llevaron a cabo los asesinos. Adi no se desagarra, procura mantener el temple y así, quizás, comprender.

Si bien en The Act of Killing el sufrimiento se dilataba en un simulacro sanguinario, quedaba el consuelo de observar como algunos victimarios se arrepentían. En The Look of Silence esa posibilidad parece imposible, el consenso es absoluto, era lo que tenía que hacerse, repiten obstinadamente. Lo que en la primera parte aterrorizaba era la reconstrucción gráfica y honesta de los asesinatos; lo que produce el terror en la segunda parte es la falta de confrontación: el silencio.



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