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"La Última Noticia" de Alejandro Legaspi

Sobre la películas y las opiniones

Publicado: 2016-05-10


Esta revisión se divide en dos comentarios, el primero versa sobre las opiniones en torno a la película; el segundo, sobre la película misma.

Primer Comentario – Las opiniones

Hay quienes han hablado de una cinta que propone una reflexión sobre los fenómenos que aterrorizaron a nuestro país durante más de una década, hablaron de una “película necesaria”; otros han renegado ese calificativo, arguyendo que el valor del cine no puede ser entendido únicamente desde la importancia del tema que aborda.

Se ha dicho que el cine tiene la responsabilidad de ser una herramienta al servicio del cambio social, es visto como una institución comprometida con el fortalecimiento de nuestra identidad, y puede que lo sea si así quiere presentarse ante nuestros ojos, eso es innegable. Lo problemático está en, efectivamente, valorarlo solo por las ideas que presenta, dejando así de lado una lectura exhaustiva del lenguaje que canaliza el mensaje. Indagar sobre la articulación entre los recursos técnicos del cine y la temática que encierra pasa entonces a un plano secundario. Ese es el riesgo si se prioriza únicamente la función socio-política del cine.

Sin embargo, existe otro riesgo, desmerecer las narrativas que manifiestan una gran preocupación por presentar una postura, un diagnóstico sobre nuestras circunstancias, y que no logran articular de forma sólida el compromiso con su propio relato. Se critica el “cine necesario”, porque se le cree conservador, porque se le cree esquemático y, quizás, lo sea, pero no se puede olvidar que los discursos suponen la perspectiva de un sujeto, con el cual podemos establecer un diálogo.

Lo importante de apreciar una narrativa (que ante nuestra interpretación es fallida) es justamente comprender qué lectura se está proponiendo sobre lo que somos. En el Perú tenemos un número cuando menos significativo de filmes sobre el Conflicto Armando Interno, los cuales son acusados de conducirse bajo un formalismo llano, de tener una tesis rígida que atrapa a la historia hasta dejarla seca y sin atractivo. Y vaya que hay casos en los que sí ocurre, ojalá fuera distinto, pero si nuestra preocupación es que las narrativas se enriquezcan, ¿no deberíamos acaso estar preocupados en ver qué tipo de relatos se están construyendo en torno a nuestra propia historia? Que existan producciones sobre la época del terrorismo en el Perú es, definitivamente, urgente; lo cual no significa que vamos a aplaudirlas sin razón. Ver no es necesariamente reconocer. Si precisamos de algo, es que se generen narraciones, recomendar a los demás que las vean y que sean comentadas para buscar ese cambio que tanto se anhela. Puede que haya un cine necesario, el que es necesario mejorar.

Segundo Comentario – La Última Noticia

La película de Alejandro Legaspi aborda la historia de Alonso (Pietro Sibille), un trabajador de la radio local en una comunidad de Ayacucho, y Teresa (Stephanie Orué), una maestra de inicial y esposa de Alonso. La pareja acaba de casarse y planea tener un hijo en un escenario que pinta desfavorable desde el comienzo de la trama. Las masacres perpetradas por Sendero Luminoso y por las fuerzas armadas se imponen sobre los pobladores de la zona, comienzan los apagones, las pintas que reivindican al Presidente Gonzalo, los perros colgados en los postes de luz, el reclutamiento de niños y también las disputas entre los personajes del bando afectado. Pedro (Julián Legaspi), un profesor de primaria, amigo de la pareja de esposos, discute constantemente sobre los abusos que el Estado comete contra la población local, mientras que Alonso inicialmente los justifica, abogando que incluso en un gobierno democrático algunos momentos ameritan mano dura. Pedro es el arquetipo de la comprensión, un progresista que, hasta cierto punto, se reconoce en las motivaciones de quienes llama “compañeros equivocados”. 

Frente a todas las injusticias, Alonso propone crear un programa de noticias radial, un medio que genere sus propios contenidos, con entrevistas, investigación de campo y, sobre todo, en independencia de Lima. El noticiero radial prospera y comienzan a salir las verdades a flote, toda la violencia sistemática contra la comunidad, todas las violaciones a los derechos humanos cometidas por ambos bandos. Una escena nos muestra a Pietro Sibille escuchando los testimonios de los afectados, quienes ocupan siempre el mismo lugar en el encuadre (el lado izquierdo, Pietro permanece siempre a la derecha), van cambiando con cada disolvencia, cada declaración se presenta ante el reportero, quien termina quebrándose en soledad. El momento se esfuerza por convencernos de su emotividad.

El noticiero termina generando la disconformidad en ambos lados; tanto terroristas como militares son criticados y puestos en evidencia. Se desata la tensión entre denunciar y arriesgar la vida por una convicción justa, problemática que termina dejando ideas sobre la mesa, pero que parecieran no desprenderse del relato, sino de diálogos que bordean lo discursivo y hasta lo pedagógico, basta con recordar a Julián Legaspi diciendo “no se puede hablar con un reaccionario”.

El afán por proponer un juicio sobre el Conflicto Armando Interno genera una dirección de actores que se preocupa por reiterar el discurso todas las veces que sea necesario. El personaje de Teresa juega un rol ligeramente activo en algunas escenas, pero termina repitiendo su pasividad ante cámara, conteniendo una y otra vez, amarrando el flujo de emociones, buscando su propia fortaleza, pero sin oponer una reacción concreta ante los hechos. El film de Legaspi apuesta por el realismo y dentro de su planteamiento hay algunos hechos que son inverosímiles, como la parsimonia con la que el bienintencionado Pedro pregunta a uno de los alumnos su opinión sobre Sendero Luminoso.

Sin embargo, hay aciertos. La propuesta fotográfica se acopla al relato con firmeza, la inestabilidad manda, y ahí es cuando juegan a favor los movimientos descontrolados, los fuera de foco, los contrastes marcados en los rostros de los personajes. Esa vocación documental del grupo Chaski se mantiene sólida y se adapta sabiamente al terreno de la ficción en una de las secuencias más logradas de la película: una de las masacres senderistas contra la comunidad campesina. Vemos siluetas caminando con antorchas en plena noche, secuestran a la gente con brutalidad y comienzan los asesinatos en un descampado, con un nerviosismo profesional, la cámara en mano de Bassino evita mostrar de forma directa las ejecuciones, mientras que la música compuesta por Pauchi Sasaki se acopla con intensidad ante la tragedia. Al final, un registro más calmado de los restos que dejó la matanza nos devuelve a nuestros sitios y pone en perspectiva lo ocurrido.

Las decisiones de montaje también abren la discusión, puesto que por momentos las transiciones se ven poco sofisticadas para el código que maneja la película; además, queda pendiente de revisión el uso de la imagen ralentizada como una forma de enfatizar el dramatismo de una toma, siempre está el riesgo de caer en una solemnidad excesiva, una fórmula que puede volverse vieja muy fácilmente.

La problemática que La Última Noticia aborda es de una importancia fundamental en estos días. Aun así, tenemos que tomar conciencia de que es muy posible incurrir en fallas cuando nuestras decisiones formales raspan lo esquemático, lo que se necesita es tener una idea clara y trabajar el lenguaje tomando la distancia necesaria para que el film no se vuelva didáctico. En este país necesitamos contarnos más nuestras propias historias, ya que a los medios “oficiales” en numerosas ocasiones no les importa cubrir más de lo que ya saben. Podemos ver errores en este film y por eso es pertinente incitar a que se hagan muchas más películas que hablen del tema, esperemos que en el futuro las creaciones se den con mayor solvencia, pero manteniendo el mismo compromiso.


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